martes, 1 de noviembre de 2011

Paella con D.O. (Denominación de origen)

En este mundo la normalización brilla por su ausencia, para objetos cotidianos, como una hoja de papel, un archivo o una bujía, debemos especificar el tamaño y calidad del mismo, el tamaño y temperatura de su electrodo, el programa y versión con la que fue concebido y quien la inventó, o dicho de otro modo, quién cobra cada vez que algún otro hace uso de tal o cual elemento.

Las denominaciones de origen nos fueron vendidas como signo de calidad y originalidad, cuando en realidad escondían, a la par que reglamentaciones de sanidad muy recomendables, soluciones organizativas de ciertos negocios agrarios. Así nos podemos tomar un vino con D.O. de una zona, aunque haya sido elaborado con uvas de otra, pero que permita venderlo a un determinado precio. Yo estoy asustado con la promoción del jamón serrano, y conocer como mucho del jamón que consumimos en España se elabora en otros lares, como Rumanía. La D.O. al final se desvirtúa de esta forma, pero hay quien se empeña en especializar lo cotidiano, algún interés tendrá.

Para terminar con esta crítica hacia las etiquetas y la necesidad humana de etiquetarlo todo, en mi tierra hace poco tiempo han decidido declarar la Paella Valenciana con Denominación de Origen...¡OLÉ!

Seguro que muchos de los que nos leen han comido paella, y las habrán comido buenas y malas, dentro y fuera de Valencia, y con los más variados ingredientes. Así se entiende que desde asociaciones de cocineros y restauradores valencianos hayan puesto el grito en el cielo al no haber tenido en cuenta las distintas versiones que de la paella existen, y que además permiten disfrutar de un plato sencillo preparado de formas parecidas que dan ciertos matices muy interesantes e invitan a recorrer el territorio en busca de tal o cual receta o ingrediente y así probar el sabor que le da al arroz..

Yo tengo la suerte de haber aprendido a hacerla de pequeño, antes de emigrar. Con una receta que me enseñó mi madre y que me trasladó de mi abuela. A ella no se quién se la enseñó, pero tanto mi madre como mi abuela Carmen hacían  unas paellas de rechupete, y esta entrada va dedicada a ellas pues se trata del legado de la receta y de la forma de hacer la paella, a mi hija. Menuda le he hecho, pues ahora cuando aprenda le tocará hacer paellas allá donde vaya, sobretodo si le salen bien como esta que ha hecho.

Aviso a navegantes: No acepto responsabilidades de ningún tipo sobre la originalidad o no de la receta o ingredientes, así me lo enseñaron, donde haya yo innovado lo avisaré, indicando a su vez la instrucción inicial.

Por otra parte aseguro que el plato que salga de aquí estará bueno, muy bueno y que el que lo pruebe repetirá. Lo demás lo dejo al albedrío de los cocineros, probad y comed y así probaremos cosas ricas y nuevas.

Ingredientes para 6 personas:

-1 Pollo cortado a trocitos, como para prepararlo al ajillo
-1 Conejo preparado de igual forma.
-Aceite, de oliva
-Pimentón dulce, 1 cucharadita
-Tomate triturado, 400 gr
-1 kg de verdura de paella: bachoqueta, ferraura y garrofón (luego lo traduzco)
-3 litros de agua para 1 kg de arroz
-Colorante alimentario,azafrán
-Unas ramitas de romero
-Sal

Comenzamos nivelando muy bien la paella, aquí en Madrid le llaman paellera, a la sartén ancha y plana donde de prepara el plato. Lo más común es hacerla en una de hierro, pero este se oxida y tiene un mal guardar, así que en casa tenemos una esmaltada que también sirve, aunque originalmente me insistieron que hacerlo así era faltar a la D.O. familiar.
Calentamos el aceite y ponemos a freir el pollo y el conejo, todo saldrá más rico si lo hacemos despacio. La carne debe estar salada, aunque el punto de sal es muy personal y yo suelo echar poca, o nada, ya que el caldo que añadiremos posteriormente ya lleva sal.


Le vamos dando vueltas para que quede bien tostadito, cuanto mejor se haga la carne, más sabro dejará en el arroz después.


Seguimos con el sofrito tostando un poco el pimentón.
Y antes de que se nos queme, lo que daría cierto sabor amargo añadimos el tomate, en principio me enseñaron a añadir menos pimentón, pero yo he notado que así sale más rico, aunque si echo dos cucharadas el plato repite o da cierto ardor de estómago,

Y a seguir removiendo para que tomate, y carne se intercambien los sabores

Vamos con la verdura, yo no tengo la suerte de tener una huerta con estos ingredientes así que hago uso de los ultra congelados, no es lo mismo y sale muuucho más rico usando verdura fresca.
Usamos judía verde, judías o ferraura y garrofón, una especie de judión, aunque ni son judías blancas ni son judiones, son muy mantecosos y de piel fina y blanda.


Y también le daremos unas vueltas, junto con la carne y el sofrito. Yo este día añadí unas alcachofas, pues el sabor dulce de estas me gusta mucho en el arroz, y es posible que deje este de cierto color verde, aunque esto solo pasa a veces.

Nos llega el momento de añadir al agua, como vamos a dejar cociendo la carne y la verdura, conseguiremos que el caldo resultante tenga el sabor de los ingredientes y e arroz tome dicho sabor. Sea por la calidad del agua más blanda de Madrid, por la verdura congelada o vaya usted a saber, si añadimos caldo de pollo el sabor es mucho más rico, y hay quien nos hace el trabajo.

La cantidad de caldo debe estar en consonancia con la cantidad de arroz que queremos preparar, habitualmente, se usa el doble de caldo para hervir un arroz y que este quede hecho pero sin caldo. Al ser la paella un evaporador fenomenal, necesitamos contar el caldo por 3, y esto me lo enseñó mi amigo Fernando, ya que yo usaba un método distinto que luego explicaré.
Para saber una vez esté hecho el caldo, cuándo debemos añadir el arroz, tenemos que tomar referencias, y estas son los remaches de las asas de la paella.
Aquí hemos añadido tres litros de caldo, y el nivel del mismo es..

Justo por debajo de los remaches, esta es la medida que se debe usar para esta paella, paellera o caldero, así saldrá el arroz con un grosor o fondo adecuado, ni muy fino, ni muy grueso y estará bien cocido tanto en superficie como al fondo, dejando cierto arroz tostado o socarràt
Seguimos añadiendo caldo, yo añadí agua a partir de aquí y hasta la parte superior de los remaches.

Y dejamos cocer el caldo, para que los jugos y sabores se mezclen, a fuego medio siempre, no nos interesa un hervor rápido.
Mientras el caldo se hace nos vamos a buscar el romero, que estratégicamente tenemos plantado en la entrada de casa, no podemos negar el origen latino y en tiempos de Roma se plantaban estos matorrales en las entradas de casa tanto por su perfume como para dar la bienvenida a los visitantes, Dioses y riquezas.

También sería el momento de recolectar uno o dos limones, pero estos no se dan bien en el clima frío de Madrid, pese a todo el árbol lo intenta y aún en pleno Noviembre da flor e incluso comienza a alimentar sus frutos, que en nada caerán al suelo y nos quedaremos sin producción.



Esperamos hasta que el caldo esté al nivel que dejamos grabado en la memoria, justo por debajo de los remaches, y aún así probamos la verdura a ver si le falta cocción, para lo que añadiríamos de nuevo agua para que cociera más tiempo, y nos preparamos el arroz que vamos a añadir en forma de caballón, o montón longitudinal a un diámetro de la paella, y esa es la medida del caldo, sin haber medido antes los litros ni haber tomado referencias de remaches.


Y es el momento de añadirle el colorante...también del azafrán, se nota el origen de esta empresa, eh!?




Repartimos el arroz por toda la paella de forma homogénea, así como los trozos de carne y verdura.

Y tomamos nota de la hora, el arroz ardará de 12 a 15 minutos en hacerse.

Mantendremos un fuego medio, para permitirle al arroz que se cueza bien sin abrirse por el exceso de calor. Adornamos la paella con las ramitas de romero, e inmediatamente el aroma del mismo nos empieza a abrir el apetito, momento que se puede aprovechar para ir poniendo la mesa.

 Importante mantener el fuego medio...


Y al poco rato...


El arroz está prácticamente hecho, he visto que en cuanto empieza a oler a arroz tostado es el momento de apagar el fuego, así tendremos una pequeña capa de arroz tostado y crujiente, pero no una gruesa de arroz amargo y carbonizado.

Con el caldo restante, será suficiente para que con el calor que queda en la paella se acabe de absorber y quede perfecto para comer. El truco está en dejarlo reposar de 10 a 15 minutos, se que es difícil dejar esperar el plato con lo rico que huele, pero es mejor así.


Solo me queda darle la enhorabuena a la cocinera, que se esforzó en dejar el plato rico y bonito. Felicidades.



¡Que aproveche!

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